viernes, 28 de noviembre de 2014

FRAY SERVANDO TERESA DE MIER



Fray Servando Teresa de Mier







(Monterrey, 1765 - México, 1827) Eclesiástico, escritor y político mexicano que luchó por la causa independentista. Miembro de una familia de la alta burguesía criolla, su abuelo paterno era natural de Buelna (Asturias) y su padre, Joaquín de Mier y Noriega, llegó a ser regidor del Ayuntamiento y gobernador de Monterrey (Nuevo León). Mier descendía por línea materna del Guerra Buentello, los primeros españoles afincados en la región. Realizó sus primeros estudios Monterrey, pero en 1780, forzado por el ambiente familiar, se trasladó a México para ingresar en el convento de los dominicos y más tarde en el Colegio de Porta Celi, donde estudió filosofía y teología.


Con el título de doctor en teología regresó al convento dominico para enseñar filosofía. Durante los años siguientes gozó de cierto renombre y se hizo famoso como predicador, especialmente cuando el 8 de noviembre de 1794 pronunció una “oración fúnebre” por Hernán Cortés que llamó vivamente la atención. Un mes más tarde, el 12 de diciembre, fecha de la celebración de la Virgen de Guadalupe, en la propia Colegiata de Guadalupe, pronunció un célebre sermón en el que rechazaba las tradiciones sobre las apariciones de la Virgen, poniendo en duda su veracidad.


El sermón escandalizó a los devotos y fue la causa de muchas de sus desgracias posteriores. El arzobispo Alonso Núñez de Haro ordenó que se le encerrara en una celda del convento de Santo Domingo, a la vez que se iniciaba la instrucción de un expediente. El 21 de marzo, el arzobispo lo condenó a diez años de exilio y reclusión en el convento de los dominicos de Nuestra Señora de las Caldas, en Santander (España). Al mismo tiempo se le prohibió enseñar como profesor y ejercer como religioso y confesor, retirándosele el título de doctor que le había concedido el Pontífice.







El levantamiento del general Santa Anna en Veracruz en favor de la República aglutinó la oposición a Iturbide, en la que participó fray Servando, obligándole a renunciar al Imperio y a embarcar rumbo a Europa. Constituido un nuevo Congreso, se proclamó la República y se aprobó la Constitución de 1824, lo que le obligó a enfrentarse a Ramos Arizpe en la reñida discusión de la forma federal o centralista de Gobierno. El 13 de diciembre de 1823 fray Servando había pronunciado en el Congreso un famoso discurso llamado De las profecías, en el que se opuso enérgicamente al sistema federalista. La rebelión de las Provincias, que exigían una solución federal, copiada del admirado sistema estadounidense y que amenazaba con la desmembración del país, le obligó a buscar una fórmula de compromiso entre políticos y doctrinarios. Aceptó la declaración de un Estado federal (art. 5º), pero se negó a conceder “soberanía” a los Estados (art. 6) regionales. Nacía de este modo la gran contradicción en la historia política del México moderno.


Recluido en el Palacio Presidencial, que le había cedido el propio Guadalupe Victoria, primer presidente constitucional, vivió sus últimos años entre la admiración y la crítica de sus conciudadanos. O'Gorman, biógrafo y comentarista excepcional, dijo de él: “Dotado de fácil palabra, mordaz, erudito, inteligente y deslenguado, siempre supo cautivar la atención de sus oyentes. Escribir fue su ocupación predilecta; pero aventurero inquieto, más de ocasión que por afición, su obra entera se resiente de falta de unidad. No por eso se menosprecie. Su obra es admirable; el estilo es original y vigoroso y toda ella está animada de la apasionada personalidad de su autor”.


Recibió el viático de manos de Ramos Arizpe, su más firme adversario en la polémica constitucional. En presencia del presidente Guadalupe Victoria y de una numerosa concurrencia, a la que había invitado al presentir su suerte días antes, murió en sus habitaciones de Palacio el 17 de noviembre de 1827. Fue sepultado en el convento de Santo Domingo de la Ciudad de México.